Después de haber pasado mucho tiempo en la presencia de Dios y de vivir una vida de acuerdo con Su Palabra, una mujer se preguntó porqué aún no había visto algunas de sus peticiones, que eran promesas de Dios, cumplirse en su vida. Ella siempre presentaba ese cuestionario en oración. Hasta que una situación inusual le hizo entender cómo funcionaba el tiempo de Dios.
Un día, decidió visitar a una amiga que hacía mucho tiempo no la veía. Después de una tarde de charla agradable, al despedirse, olvidó su paraguas. Cuando se dio cuenta, llamó a su amiga y le pidió que lo guardara, pues luego iría a buscarlo.
Los días pasaban y, cada vez que se ponían de acuerdo en devolver el paraguas, sucedía algún contratiempo y nunca podían encontrarse.
Hasta que un día, cuando menos lo esperaba, la amiga la encontró y le devolvió su pertenencia olvidada. Era un lindo día de sol y calor. En ese momento dudó, porque tendría que llevar su paraguas en un pleno día soleado.
Sin embargo, al salir del lugar donde estaban, comenzó a llover mucho. Pero, como tenía el paraguas, no se mojó.
A través de esa situación, Dios le mostró que, cuando Él tiene el control, todo sale bien y sucede exactamente en el momento que debe suceder. Lo que Él espera es que confiemos.
Ese paraguas ya era suyo y hacía mucho tiempo que debería haber estado en sus manos, pero el tiempo de Dios no es nuestro tiempo, Dios ve lo que nosotros no vemos. Él hizo que ese paraguas fuera a sus manos en el momento adecuado.
En el momento adecuado
Así son las bendiciones de Dios en nuestras vidas. Ya son nuestras por derecho y, en el momento adecuado, vendrán a nuestras manos de una manera sorprendente.
El obispo Edir Macedo señala que ninguno de los héroes de la fe murió sin antes disfrutar el fruto de su sacrificio. Del mismo modo, en los días de hoy, no es diferente con los que manifiestan la misma fe de sacrificio.
Él explica que, “independientemente de cualquier cosa, Dios hará una diferencia en la vida de los que Le sirven, porque hay tiempo para eso, a pesar de que nos quede poco tiempo”, como afirman las Santas Escrituras: “… Al justo y al impío juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.” Eclesiastés 3:17
No intente hacerlo a su manera
No hay nadie que pueda estar más interesado en bendecir a alguien que Dios. Después de todo, Él sabe que una persona solo puede glorificarlo mientras está vivo (Isaías 38: 18-19), y que a través de su testimonio, se pueden salvar muchas almas.
El obispo explica que, la fe es la certeza de las cosas que no vemos, pero las esperamos creyendo que las recibiremos. El que tiene esa fe “espera pacientemente para tomar posesión de lo que, por fe, ya le pertenece. No se apresura ni huye, y mucho menos trata de ‘darle una manito’ a Dios”.
Por esta razón, a pesar de que el tiempo de espera sea largo, de que ya hizo innumerables sacrificios y de que las luchas parecen no tener fin, el obispo enfatiza que no hay que preocuparse. Porque la muerte no vendrá hasta que ella disfrute del fruto de su sacrificio. Y, concluyó diciendo que, incluso después de la muerte, seguirá disfrutando de él.
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