Durante la 2° Guerra Mundial, Josephine, a los 16 años, estaba en el cine cuando las sirenas de alerta empezaron a sonar. En ese momento, a ella le dijeron que busque un refugio para su seguridad. Y en el escondite conoció a John, de 18 años. Lo que ella no sabía es que ellos se casarían poco tiempo después. “Conversamos mucho y después nos pusimos de novios. Dos años después, estábamos casados”, recuerda.
Actualmente, John tiene 96 años y Josephine 94. Ellos celebran 75 años de unión. “Me parece maravilloso que ellos estén hace tanto tiempo casados. La familia se mantiene unida”, dice uno de los dos hijos de la pareja, Norman, de 72 años.
Éxito matrimonial
Un matrimonio feliz no es fruto de la suerte. Aunque el encuentro de John y Josephine se haya dado por casualidad, la felicidad, con seguridad, fue resultado de mucho esfuerzo y sacrificio. La escritora Cristiane Cardoso agrega que la relación entre el hombre y la mujer es una representación de la relación con Dios y enumera 7 cosas necesarias para una relación feliz y duradera tanto con el cónyuge como con Dios.
Sacrificio: Muchas veces tenemos que sacrificar nuestra voluntad para hacer que una relación funcione bien. Y tenemos que hacer lo mismo para tener una relación exitosa con Dios. Si usted no está dispuesto a renunciar, entonces no está dispuesto a relacionarse con quien quiera que sea. El sacrificio no es para beneficios de uno o del otro, sino para el beneficio de la unión en sí.
Confianza: Una relación no comienza ni sobrevive sin confianza. No hay manera de relacionarse con Dios dudando de Su carácter y del cumplimiento de Sus promesas. Si desea iniciar y mantener un compromiso con Él, entonces comience confiando en Su Palabra, independientemente de las circunstancias.
Respeto: El respeto en un matrimonio significa reconocer el espacio y la importancia del otro en su vida y dentro la relación. Usted respeta a su cónyuge, a pesar de las diferencias de opinión, porque reconoce que él ejerce un papel fundamental para su unión – ese papel que usted no puede ejercer. El hombre no sabe hacer el papel de la mujer, ni la mujer sabe hacer el papel del hombre. Uno necesita de las habilidades del otro para crecer como persona y ser exitoso en todos los aspectos. Para que Dios haga aquello que no podemos hacer, debemos respetarlo, haciendo de Él la prioridad en nuestra vida y reconociendo Su papel y Su importancia en ella.
Objetivos en común: Dos personas solo permanecerán unidas si tienen el mismo objetivo de vida. Solo podremos mantenernos unidos a Dios si tenemos el mismo objetivo que Él tiene. ¿Que relación habrá entre usted y Dios si Él está luchando por una cosa y usted por otra? Sepa cuál es la causa de Dios y luche a Su lado. Si ustedes no están en el mismo equipo, entonces, estarán en equipos contrarios – no hay término medio.
Diálogo: La falta de diálogo distancia a la pareja. De forma semejante, cuando dejamos de hablar con Dios, nos estamos distanciando de Él. Comparta con Dios sus experiencias y dificultades, pero escuche lo que Él tiene para decir también. Así, Él podrá participar en su vida, guiarla y ayudar en lo que sea necesario.
Atención: En un matrimonio, el marido debe darle atención a la esposa y viceversa. Eso significa que, aun estando lejos del cónyuge, se debe actuar considerando su existencia y el compromiso entre ustedes. Al mismo tiempo, el hecho de que Dios exista también debe implicar su comportamiento y sus elecciones. Si sabemos que debemos rendir cuentas a Dios con relación a nuestras actitudes, entonces tenemos que actuar de acuerdo con lo que Él establece. Cuando está atento a lo que Dios necesita y quiere de usted, usted Le está dando atención. No viva como si Dios no estuviese observando todo lo que usted hace si usted realmente quiere una relación con Él.
Intimidad: La intimidad de la pareja es mucho más que un momento. Ella comienza con los pequeños gestos de cuidado, apreciación, cariño y respeto. Esas pequeñas cosas hacen que la intimidad fluya de forma natural. Con Dios es igual. No podemos querer adquirir una intimidad con Dios de forma forzada o programada, sino que fluye naturalmente a partir de gestos simples que hacen toda la diferencia. Poner a Dios en primer lugar en las cuestiones del día a día, priorizando su relación con Él por encima de sus tareas y de otras personas, es uno de ellos. La intimidad con Él viene por medio de una experiencia personal con Su presencia -no hay nada más glorioso.
Dándole atención a cada detalle, usted mantendrá la presencia de Dios y la de su cónyuge en su vida.
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