Un hombre de verdad no abandona a su mujer en los momentos de dificultad
Las mujeres tienen seis veces más probabilidades de ser abandonadas por sus maridos después de que ellos descubren que su cónyuge posee una enfermedad grave, según lo afirma una investigación conjunta entre las universidades de Stanford y Utah y la Seattle Cancer Care Alliance, de Estados Unidos. Según la Sociedade Brasileira de Mastologia, el 70 % de las parejas de mujeres con cáncer de mama las abandonan.
¿Estos números son malos para los hombres? Son peores para las mujeres. Sin embargo, aclaramos que no pretendemos alzar las banderas del feminismo ni del machismo, que generalmente se usan como estrategias para poner a un género en contra del otro, con el fin de desunir a la humanidad en este Final de los Tiempos.
Estas investigaciones ponen en cuestión el rol del hombre como líder del hogar. No como alguien que deba ser seguido a ciegas o que imponga su voluntad a la fuerza, sino como alguien con el que la mujer quiera caminar de buena gana y de manera racional. Un guiador confiable y no un dictador. ¿Por qué razón las últimas generaciones tienen una cantidad cada vez menor de líderes buenos (hombres o mujeres) en todas las áreas, en la familia, en la política, en el trabajo, etc.?
Una de las causas es muy evidente: mientras más se aleje de Dios, el hombre, menos hombre será. Y, como consecuencia, dejará de ser el compañero fiel de su esposa “en la salud y en la enfermedad”. Dejará de estar a su lado con respecto a la responsabilidad que tiene hacia su familia.
Abraham nunca cuestionó a Dios, que le había prometido un hijo, como se describe en Génesis. Durante décadas, él quiso un heredero que su esposa, Sara, al ser estéril, no podía darle. En aquel entonces, ser estéril era una deshonra muy grande y pública para la mujer. A pesar de todo lo que pudieran decir y de que Sara tuviera un problema físico, Abraham nunca la abandonó, aunque eso hubiera sido justificable según las costumbres de esa época.
¿Sabe por qué Abraham le era fiel a Sara, incluso delante de la limitación que tenía? Porque, en primer lugar, él le era fiel a Dios. Fue un hombre en el sentido estricto de la palabra y un ejemplo que nos sirve hasta hoy. La propia Sara fue transformada por la fe de su marido. Aunque era anciana, se quedó embarazada y vio en su propio cuerpo cumplirse la promesa de Dios. Si Abraham la hubiera abandonado antes de eso, la fe que influyó en ella y en los innumerables descendientes no habría fructificado.
Todos sabemos, seamos especialistas en eso o no, que el factor psicológico tiene una gran influencia en la cura de una persona. Si alguien, ya sea mujer u hombre, se siente amado en el seno familiar, principalmente por una persona más cercana, el deseo de curarse hablará más fuerte. En cambio, si es abandonado, aunque tenga los mejores recursos de la medicina a su disposición, el enfermo puede llegar a curarse de la enfermedad, pero puede contraer otra: la depresión, ese mal espiritual que mata el alma con lentitud.
Abandonar a alguien en el momento de necesidad no es la actitud de un líder o de un cristiano. Un hombre que tiene el Espíritu Santo en su vida no se comporta como un niño que huye ante la dificultad. Él sabe que, al estar revestido del propio Altísimo en su vida, tiene el poder de enfrentar el problema y transmitirle a su compañera la seguridad que solo un hombre de Dios puede proporcionarle. Abraham demostró lo que es ser un hombre de verdad al ser un marido de verdad. Ante todo, fiel a Dios. Ese tipo de hombre es la persona con quien la mujer querrá luchar por el resto de su vida.
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