Silvia asegura que, antes de conocer las reuniones de Prosperidad con Dios, sufría de escasez y miseria. “Con mi esposo estábamos desempleados, teníamos que pedir prestado y dependíamos de los demás para alimentar a nuestros hijos”, recuerda.
Ella sentía que le era imposible avanzar en todas las áreas de su vida, tampoco podía emprender porque no contaba con una visión clara. Ella comenta: “Todo se me cortaba, no tenía dirección y, a raíz de eso, sufría de depresión”.
En medio de su desesperación, su decisión fue hacer algo diferente. “Un día en el que ya no daba más, me acerqué a la Iglesia Universal para participar de la reunión de Prosperidad con Dios. Desde entonces, empecé a perseverar todos los lunes y a escuchar lo que se hablaba acerca de ser fiel al Señor. Comencé a confiar en que Él abriría las ventanas de los cielos para que yo alcanzara la restauración de mi economía”, relata.
“Y las puertas se abrieron”, cuenta Silvia con felicidad. Y detalla: “Tuve visión para emprender y abrí un negocio. Al principio, iba a buscar la mercadería caminando. Luego, en bicicleta. Después, en moto, hasta que Dios nos dio las condiciones para tener nuestro propio vehículo. Todo eso fue posible gracias a la perseverancia, al poner en práctica la fe y lo que aprendí en las reuniones de los lunes”.