El comienzo del año es el momento en que muchos eligen para establecer metas. Pero para desplegarlas, la planificación es importante. Esta consiste en establecer objetivos, delinear planes de acción y hacer los ajustes necesarios a lo largo del proceso, hasta alcanzar el objetivo.
Algunas personas hacen planes: determinan qué harán para cuidar su salud, finanzas, relaciones amorosas, carreras, etc. Sin embargo, a medida que pasan los días, muchos se dan cuenta de que no será posible lograr lo que querían, ya sea porque las cosas no sucedieron como lo esperaban o porque se dieron cuenta de que sus planes eran inalcanzables.
Lo que muchos no saben es que para planificar el trabajo, no es suficiente establecer metas, sino hacerlo con la guía de Dios. En la Biblia encontramos en varias oportunidades que el Altísimo hizo planes para la humanidad, como durante la creación del mundo descrito en Génesis. Pensó en cada detalle. Además, la Palabra también nos revela el plan de salvación que Él tiene para todos nosotros.
Cualquiera sea su sueño, si usted no traza un plan y no lo transforma en meta, continuará siendo un sueño. Planee, prográmese y agende lo que puede hacer para alcanzar lo que desea.
En la biblia leemos: “Así que yo corro y lucho, pero no sin una meta definida; no lo hago como si estuviera golpeando el viento; más bien, golpeo mi cuerpo y lo someto a servidumbre, no sea que después de haber predicado a otros yo mismo quede eliminado” (1° Corintios 9:26-27 RVC).
El apóstol Pablo no dice “golpeo mi cuerpo” literalmente, sino para ejemplificar el sacrificio diario de negarse a sí mismo. Su principal preocupación fue la salvación. Esa era su meta, y él sabía que el sacrificio continuo era indispensable para alcanzarla. Sacrificar haría que siempre estuviese enfocado y consciente de su objetivo.
Muchos, hoy corren sin meta, por todo y por nada. Lo hacen sin siquiera saber si la dirección es cierta, o si irán a alcanzar algo. Sin una meta en su trabajo, no crecerá. Sin una meta en su vida personal, nunca se desenvolverá como persona. Sin una meta en su vida espiritual, no alcanzará su salvación.Quien no tiene un objetivo definido, lanza golpes al aire. Quien corre sin meta, inevitablemente se cansará de correr. Al cansarse desiste, y al desistir se encuentra descalificado para alcanzar la victoria.
Defina lo que quiere vencer y lo que quiere conseguir este año. Piense lo que necesita hacer para lograrlo, de el primer paso. El secreto está en cambiar su objetivo: en vez de soñar, planee formas de conquistar lo que sueña.
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