Los últimos días fueron desesperantes para parte de la población de Ecuador y Japón.
Los dos países sufrieron terremotos de fuerte intensidad, que resultan en muertes y destrucción.
En Ecuador, un temblor de 7,8 en la escala de Richter (considerado como el más destructivo del país) fue registrado el día 15 de abril, en una zona cercana a la ciudad de Muisne, dejando 587 muertos, 8340 heridos y 155 desaparecidos. Fue el temblor más fuerte en el país latinoamericano desde 1979, según el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, en la sigla original). El miércoles (20), hubo un nuevo temblor, a 214 kilómetros de Quito, felizmente sin víctimas. Los especialistas advierten que las réplicas en el país continuarán en los próximos días.
Japón, por su parte, viene sufriendo temblores en diversas regiones desde el 14 de abril. El temblor que sacudió el sur de la isla de Kyushu tuvo una intensidad de 7,3, dejando al menos 47 muertos y cerca de mil heridos. Se estima que el desplazamiento de la tierra fue de 2 metros, creando grietas en el territorio. El miércoles (20), otro terremoto sacudió el país, en el este de la isla de Honshu, con una intensidad de 6,1 – en el 2011, un gran tsunami ya se había dado en el lugar. Debido a los constantes temblores que enfrenta el país, las autoridades advierten sobre el riesgo de nuevas manifestaciones de tsunamis también.
La vida con Dios
En los tiempos actuales, es muy común que las personas dejan de lado el cuidado espiritual que necesitan tener en su vida. Muchos se concentran en los quehaceres del día a día y se olvidan de reservar un momento para hablar con Dios y renovar su alianza con Él.
Probablemente, las víctimas de los terremotos ni siquiera imaginaban el peligro que estaban corriendo momentos antes del trágico evento natural.
Aunque sea importante que una persona cumpla con las responsabilidades de su rutina, el alma también necesita cuidados. Y la única manera de que ella se alimente es por medio de la Palabra del Altísimo.
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Tal vez usted sienta un gran vacío en su vida, o está enfrentando muchos problemas y ya no sabe cómo solucionarlos; ellos lo están sofocando. Pero sepa que el Señor Jesús desea traer paz plena a su vida, basta que usted busque Su presencia.
Tenemos que hacer como dice el salmista: “Mi corazón ha dicho de ti: Buscad Mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Señor” (Salmos 27:8)
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