El obispo Macedo dijo unas palabras que nos hacen reflexionar: “¿Sabe el poder que tiene su palabra de madre? La palabra de bendición es muy profunda y poderosa. ¡Bendiga a sus hijos!”
Las palabras de bendición pueden pasar de generación en generación, como también las de maldición. Por eso debemos analizar y pensar muy bien las palabras que vamos a pronunciar antes de hablar para que nuestros hijos sean bendecidos, así como nuestra descendencia.
Fue a través de la Palabra que Dios creó todo. Vemos en el pasaje del centurión que él era romano, posiblemente idólatra, pero era consciente del poder de su palabra, y fue exactamente por eso que llamó la atención del Señor Jesús cuando dijo: “Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra, y mi criado sanará.
Porque también yo soy hombre bajo autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace.
Al oírlo Jesús, se maravilló, y dijo a los que le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe.”, (Mateo 8:10).
Cuando somos conscientes de que todo lo que hablamos y determinamos sucederá, transformamos esa autoridad en un poder de proyección para el futuro de nuestros hijos.
En el blog de Viviane Freitas, la columnista Josiane Boccoli relata como puso en práctica las palabras de bendición para con su pequeño hijo:
“Me acuerdo que cuando mi hijo tenía crisis nerviosas, yo siempre lo miraba a los ojos y le decía: ‘Mírame, estás curado, ¡ya no tienes nada!’ Y en el momento él se relajaba, y en cuestión de minutos se calmaba”.
¡Qué podamos bendecir a nuestros hijos de todas las formas, haciendo uso de esta arma que Dios nos dio!
Algunos ejemplos de cómo bendecir a nuestros hijos:
• Cuando están tristes, hablándoles con palabras positivas.
• Cuando están nerviosos, utilizando palabras serenas.
• Cuando están confundidos, enseñándoles a entregar en las manos de Dios todo problema que estén enfrentando.
• Cuando hicieron algo que está mal, corrigiéndolos con palabras llenas de autoridad y sabiduría.
• Cuando tienen miedo, diciéndoles que son capaces de hacer lo que sea, con palabras que fortalezcan su autoestima.
• A medida que van creciendo, en lo cotidiano, enseñándoles a ser positivos y confiar en ellos mismos y en el Dios que servimos.
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