Él llama a todos, pero usará solamente a quien se abre a los cambios
Hay personas que desean ser usadas por Dios, pero parece ser un pedido de la boca para afuera, porque en el momento en que Él pone algo para realizar, muchos desisten en medio al camino y se vuelven rehenes de su propia timidez.
Se engaña quien piensa que es imposible dejar de ser tímido para ser osado. Gedeón es un ejemplo de eso.
En el Libro de Jueces capítulo 6, Dios llama a Gedeón para librar Israel de los madianitas:
“Y mirándole el Señor, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?” – versículo 14.
Sin embargo, Gedeón tuvo una reacción casi desesperada, argumentando con el Ángel del Señor todos los motivos que le impedían hacer tal hecho. Él se disculpó al decir que era pobre y el menor de la familia.
“Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre” – versículo 15.
El tímido siempre da excusas carnales
Dios no le pide a Gedeón que haga algo que cueste dinero, pero ese fue el primer argumento usado.
¿No encontramos excusas por demás para dejar de servir a Dios de la manera que Él nos pide? Nosotros nos olvidamos de que Él no depende de las cosas de esta tierra porque es supremo y dueño de todo oro y de toda plata. Entonces, ¿por qué siempre ponemos nuestra vida económica como primer obstáculo que nos impide agradarlo?
Por más fe que Gedeón tuviera, no tenía buena autoestima. Él se puso como “el menor de la casa de mi padre”. Aunque él fuera el menor en estatura, en porte físico, en edad, nada de eso importaba para Dios.
Él solo quiere que tomemos posicionamientos firmes, de fe. Si Él dijo “Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas.” El papel de Gedeón era solo creer e ir adelante.
El tímido espera siempre que algo suceda
Aun después de oír la voz del ángel de Dios, Gedeón pide una señal para saber si era el Señor quien estaba hablando:
“Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo. Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas. versículos 17 y 18.
Y el Ángel del Señor lo esperó hasta que su oferta estuviera lista, la consumió y desapareció delante de los ojos de Gedeón. Y eso lo dejó aun más inseguro (Jueces 6:19-22).
Es eso lo que sucede con quien no practica su fe. Él vive diariamente grandes bendiciones del Señor, respuestas y aun así no cree que sea obra de Dios. ¿Tal vez porque desea que la respuesta sea a su manera? ¿…Que se considere muy insignificante al punto de no sentirse merecedor de una respuesta?
Miedo de dar un paso adelante
Gedeón estaba con miedo de luchar contra los madianitas, como el Señor ordenó que lo hiciera. Antes de enfrentarlos, le pidió a Dios aun dos señales más, como prueba de que sería capaz de librar Israel de los enemigos.
“Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho, he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho”. Versículos 36 y 37.
“Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra. Y aquella noche lo hizo Dios así; sólo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío.”. Versículo 39 y 40.
Solo después de estas dos señales es que Gedeón consiguió actuar con firmeza y osadía, obedeciendo todo lo que Dios pedía para escoger los hombres que lo ayudarían a vencer a los madianitas (Jueces 7:1-7).
La victoria de quien tiene osadía
Después de escoger los trecientos hombres que iban a estar con él contra los madianitas, Gedeón se levantó a la madrugada y llegó a ir al campamento de los enemigos, conforme la orientación de Dios (Jueces 7:8).
Allí, pudo confirmar una vez más el realizar de Dios. Uno de los madianitas le contaba a un grupo su sueño, de que el campamento sería arruinado. Inmediatamente, uno de ellos revela que el sueño significaba la destruición (Jueces 7:9-14).
Gedeón se volvió a su grupo y los preparó a todos para la victoria. Le dio a cada uno de ellos trompetas, cántaros y antorchas, los separó en tres grupos de cien. Y ordenó que hicieran como él, cuando llegasen al campamento (Jueces 7:15-20).
Y, sin al menos luchar, los madianitas huyeron al escuchar sonar las trompetas, el barullo de los cántaros rotos, el clamor de todos: “¡¡Por la espada del Señor y de Gedeón!!” Los que huyeron fueron perseguidos y muertos (Jueces 7:21-25)
Solo una actitud
Gedeón tuvo miedo en vano. Su timidez casi le impidió creer y hacer lo que Dios deseaba. Y todo se resumía a solo una actitud.
Dios no lo llamó para la lucha corporal, sino para usar la inteligencia contra los enemigos. Era algo simple, pero que dependería de la osadía de Gedeón.
Muchas veces, la victoria que Dios tiene reservada depende de algo más simple de lo que imaginamos como un paso adelante, una acción rápida, una actitud de fe.
Los ojos sobre nosotros son diferentes. Él no ve los defectos y las dificultades sino lo que podemos alcanzar o traspasar cada uno de nuestros problemas. Él no va la timidez, mira lo valientes que podemos ser.
Dios tiene lo mejor para nosotros, basta que estemos libres de lo que nos impide que vivamos lo que Él tiene reservado.