Los beneficios de la fe no se adquieren a través de la suerte o de la fidelidad a las religiones, sino por la obediencia a la Palabra de Dios.
Muchas personas se dicen ser cristianas, sin embargo, toman actitudes de acuerdo con lo que el mundo promueve. Al no basar su fe en las Sagradas Escrituras, no son bendecidas. Incluso, se desaniman al ver que el tiempo pasa y que nada bueno sucede en sus vidas.
El ejemplo del centurión
Cierta vez, un oficial romano se Le acercó a Jesús para pedirle que sanara a su siervo gravemente enfermo. Jesús se ofreció a ir hasta su casa para curarlo, sin embargo, el centurión Le dijo:
“… no soy digno que entres bajo mi techo; solamente di una Palabra, y mi criado sanará” Mateo 8:8
Por tener un cargo de gran autoridad, el oficial estaba acostumbrado tanto a darles órdenes a sus soldados como a obedecer las que recibía. Es decir, él conocía muy bien el valor de una simple palabra.
“Al oírlo Jesús, se maravilló y dijo a los que Le seguían: De cierto os digo, que ni aun en Israel he hallado tanta fe. (…) Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado en aquella misma hora.” Mateo 8:10-13
El centurión sabía que en las Palabras del Señor Jesús había poder y, por haber mostrado esta fe sobrenatural, el milagro sucedió.
¡Confíe!
Si usted obedece las Sagradas Escrituras, las bendiciones se derramarán sobre su vida. No se lamente y tampoco murmure si hasta el momento no ha visto los milagros que usted necesita, al contrario, manifieste la fe sobrenatural, confíe en las Palabras del Señor Jesús y usted verá los resultados. Crea en esto, Él no falla.