Cada tanto suceden grandes tragedias. Naturales o no, llevan a la muerte a muchos inocentes. Cuando eso sucede, generalmente surgen también algunas preguntas: “¿Por qué sucedió? ¿Fue Dios quien lo permitió? ¿Dónde está Dios?”
Una de las tragedias que marcaron 2012 ocurrió en Connecticut, Estados Unidos, cuando un joven de 20 anos entró en una escuela y mató 28 personas, entre las que había 20 niños. Inmediatamente después, él se mató.
Basado en el libro de Lucas, capítulo 13, versículos del 1 al 5, el obispo Renato Cardoso explica porqué eso sucede cada día más. En este versículo de la Biblia, algunos comentaron la situación con Jesús, preguntándole cómo podría Dios no guardar a los galileos de los soldados, ya que ofrecían sacrificios para él en el templo.
El obispo explica que las personas piensan que Dios tiene el control de cada individuo u del mundo, pero la Palabra no dice eso. “La Biblia dice que el mundo yace en el maligno, que está en las manos del diablo, no porque Dios se lo haya entregado, sino porque el ser humano se lo entregó. Y es una situación difícil para Dios, como para los padres, que quieren bien a sus hijos. Ellos saben lo que sus hijos necesitan hacer para tener una vida feliz, para tener una vida buena, pero los hijos insisten en hacer lo equivocado. ¿Qué puede hacer el padre? ¿va a atar al hijo en la casa? ¿Qué pueden hacer el padre y la madre con un hijo que, en su cabeza, piensa que está en lo correcto? No hay forma de impedirlo.”
Eso es lo que sucede con las personas que quieren hacer de acuerdo con su propia voluntad. “Por eso, cuando Jesús fue preguntado sobre un tema parecido, Él no quiso entrar en el mérito de porqué eso sucedió con los galileos, y dejó bien claro que no fue porque aquellas personas fueran más pecadoras que ese mal les sobrevino; no fue porque estaban siendo castigadas por el pecado. Él dijo que lo que sucedió podía venir sobre cualquier persona, que nadie está libre de que sucedan situaciones adversas.”
El obispo da un ejemplo con las inundaciones que dejan centenas de personas sin techo. “Cuando llueve mucho, algunos lugares se anegan, el agua se lleva las casas de algunas personas y pierden sus bienes. Quienes más sufren, generalmente, son los más pobres. Parece una gran injusticia, y las personas piensan: ‘¿Dónde está Dios?’ ¿Pero fue él quien construyó esas casas? ¿Quién planificó la ciudad? Fue el hombre. Entonces, querer que Dios interfiera en el momento de la desgracia y no desear que Él haga lo mismo en su vida, en otras partes, es hipocresía.”
Lo que sucede es que el ser humano solo se acuerda de Dios en la hora del peligro, pero no quiere librarse de las tentaciones, del pecado. “Queremos que Dios interfiera en el momento que un bandido va a matar a un niño, cuando la lluvia viene y una inundación se lleva casas, o sea, en los momentos más difíciles, pero no queremos que Él nos saque el placer del pecado. ‘No, por favor, Señor, sólo quiero que me ayude cuando esté en peligro, espero que el Señor aparezca. Pero, fuera de eso, ¡quiero vivir a mi manera!”, enfatiza el obispo.
Lo que Jesús mostró es que todos nosotros estamos sujetos a todo y que todo el cuidado que la persona tiene para prevenir dramas debería ser mucho más para prevenir la mayor tragedia de todas, que es que el alma se vaya al infierno. “Un ejemplo: cuando está lloviendo y está conduciendo, el conductor va más lento para evitar un accidente. Si puede colocar una traba más reforzada en su casa para proteger a su familia, ¿usted no lo hace? Todo ser humano procura evitar tragedias físicas, pero la mayor tragedia de todas es la espiritual, aquella que no es noticia. No vemos: ‘Mil personas fueron al infierno ayer!’ Pero eso sucede todo el tiempo.”
En otras palabras, Jesús dijo en ese versículo que fue bueno que esas personas murieron en el templo, haciendo sacrificios, porque de esa forma fueron salvas. “Gracias a Dios que los niños mueren temprano, fueron salvos, de ellos es el Reino de los Cielos. Claro que nadie se pone feliz sobre esos hechos, por los padres, pero mirando el lado espiritual, la mayor tragedia no es la física. Por eso Jesús dice que si no hubiera arrepentimiento y las personas se vuelven a Jesús, perecerán.”
Es importante volverse a Dios, para que no sucedan cosas peores con el alma. “¿Qué tipo de cuidado usted debe tener con su alma? Después no hay regreso. Muchas cosas en el mundo pueden suceder con nosotros, pero si mantenemos la fe, conseguiremos superarlas. Pero después de que el alma va hacia el infierno, no hay regreso, no hay más vuelta atrás, no hay más esperanza.”
Por ese motivo debemos volvernos cada día más hacia Dios. “Nuestra preocupación debe ser volvernos hacia Dios y quitar nuestro corazón de las cosas de este mundo, que ocupan el lugar de Dios. En el caso de la escuela de Estados Unidos, ya está confirmado que el muchacho que entró tenía depresión desde el divorcio de sus padres. Vea lo que está haciendo el problema dentro del matrimonio, en la familia, causando desgracia en la sociedad”, destaca el obispo.
Cuando se tiene en el corazón cosas y personas que no pueden garantizar lo que se espera, la injusticia es muy grande. “Si su corazón está en su hijo y le sucede algo la vida terminará para usted, vivirá llorisqueando. Es por eso que muchos, después de una tragedia, caen en depresión, intentan el suicidio, se vuelven alcohólicos, porque se terminó el sentido de sus vidas. La riqueza dentro del corazón era la persona que no podría darles ninguna garantía. Todo lo que no es de Dios en su corazón termina con usted.”
Dios permite que sucedan algunas tragedias, al igual que en la vida de David. “El perdió un hijo. Oró, insistió, pero no hubo forma. Dios también permitió que Daniel fuera tirado a la cueva de los leones. Pero cuando se tiene el corazón volcado a Dios, el mundo no se termina y aquella situación lo hace más fuerte. Tiene que sacar del corazón a las personas y cosas y guardarlo en Dios porque su vida está protegida en Él. De esa forma, usted no teme la tragedia en usted o en cualquier otra persona. Dios quiere hacernos personas estructuradas, inquebrantables, y no blandos que se debilitan por cualquier cosa.
Las tragedias son un alerta. “Es un aviso “para poner las barbas en remojo”, como dice el dicho popular. Soy yo el que tiene que tener cuidado, porque puede suceder mañana conmigo”, finaliza el obispo Renato.