Este sentimiento, muchas veces relacionado con la violencia y el odio, es importante y da indicios de que hay algo que debe revisarse.
La bronca es una reacción a algo que percibimos como injusto, amenazante o invasivo. El psicólogo Danilo Suassuna explica que esta reacción “nos advierte que hay algo en el ambiente de debemos revisar o resignificar”. La bronca puede ser vista como una invitación a la transformación”.
Por lo tanto, identificar sentimientos y lidiar con estos de manera equilibrada puede ser un desafío. Hay personas que reprimen la bronca impidiendo así que el problema sea resuelto. De esta manera, el sentimiento, aunque silencioso, permanece latente, listo para explotar ante la menor señal.
Y hay personas que permiten que la bronca tome el control comprometiendo la capacidad de pensar con claridad y provocando reacciones impulsivas, como peleas.
Con la cabeza en su lugar
Suassuna explica que “necesitamos normalizar el dialogo sobre las emociones, incluso con los niños. Desde temprana edad debemos enseñar que sentir bronca no está mal. Loe que está mal es no saber qué hacer con esa bronca. Los ámbitos escolares, familiares y religiosos pueden (y deben) ser espacios en los que se pueda nombrar, acoger y transformar la bronca. Además, el soporte comunitario es una herramienta valiosa para que nadie necesite lidiar con esto solo”.
¿La Palabra de Dios condena la bronca?
La Biblia no condena la bronca, ya que la reconoce como un sentimiento natural, pero guía al hombre sobre cómo debe actuar: “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo”. Es decir, ya que sentir bronca es inevitable, saber lidiar con esta es fundamental para no pecar ni perjudicar la propia salud.