Mercedes Gómez vio como sus ilusiones de ser feliz desaparecían con el pasar del tiempo. Su primer matrimonio fue un desastre porque su marido no la quería, le mentía y le era infiel. Él tomaba y tenía el vicio del juego, entonces ella tenía que trabajar para mantener su hogar. Él la humillaba, la maltrataba psicológicamente y la golpeaba. Con el paso del tiempo comenzó a tomar todos los días y un día intentó quemar la vivienda, rompió toda la ropa, hasta los juguetes de su hija. “Fui a la Policía y recurrí al Juez de menores, una asistente social me ayudó para que me fuera a vivir sola con mis tres hijos. Finalmente me separé, lo dejé porque ya habían pasado veinte años en que había intentado ayudarlo buscando ayuda en psicólogos, psicoanalistas, una asociación de ayuda a alcohólicos y no había forma de salvarlo. A los tres años decido rehacer mi vida amorosa, él se entera, me va a buscar e intenta matarme”, relata al recordar ese infierno.
A los dos años comenzaron los mismos problemas con su pareja actual, estuvieron separados tres meses y buscaron ayuda en la casa de los espíritus. “Una curandera me dijo que fuera a la Universal porque tenía una pared que ella no podía traspasar. Me indigné porque ya le había pagado un montón de dinero, entonces decidí ir a la iglesia. Ahí sí encontré la salida a través de la perseverancia y el sacrificio en la Hoguera Santa. Así yo cambié, la relación con mi marido fue restaurada y mi familia es una bendición.
Con el tiempo surgió una situación complicada, en marzo me detectaron tres hernias en la cervical, esto me provocaba mareos y dolores intensos por lo que estuve tres meses sin poder trabajar. El médico quería medicarme, pero yo no lo acepté. Ante este problema pensé, si Dios me había respondido antes, porqué no me iría a responder ahora, entonces presenté mi sacrificio en el Altar y fui sanada. Tengo los estudios médicos que lo comprueban. Una vez más la fe hizo posible lo imposible”, destaca sonriendo.
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