Leé el mensaje de hoy y meditá en este
Sé que la mayoría de nosotras somos impacientes
Esto demuestra muy bien nuestra naturaleza pecaminosa y nuestro deseo de resolver todo a nuestro tiempo y a nuestra manera.
Pero, mientras la impaciencia genera disgusto, enojo y comportamientos groseros que dan a luz al pecado, la paciencia es el fruto del Espíritu Santo.
Por lo tanto, la expresión: «santa paciencia» es correcta, sin embargo, el concepto actual de paciencia está distorsionado.
Paciencia no es quedarse acomodada, sin tomar ninguna actitud y, mucho menos, ser tonta.
Ser paciente es tener en nuestro interior la confianza en Dios, de que todo estará bien y, sobre todo, que todos los problemas cooperarán, de alguna manera, para nuestro crecimiento.
Por eso, debemos buscar la paciencia. Porque, el que es paciente se parece al Señor Jesús; quien es paciente da testimonio, el que es paciente es una persona de fácil convivencia, el que es paciente produce otros frutos, como la misericordia, la tolerancia, el amor.
Por último, solo quien es paciente confía realmente en Dios, en los momentos difíciles y permanece creyendo, con respecto al tiempo de espera.
Entonces, fructifiquemos en la paciencia, pero no en la humana de contar del 1 a 10 para no explotar, sino en la paciencia que nace de Aquel que es Santo.
Fructifiquemos en la misma paciencia del Espíritu Santo, porque si Él vive en nosotras, no importa si nuestro temperamento es sanguíneo o colérico, si fuimos educadas en una familia de impacientes y gritones, o si la cultura de nuestro país no estimula la paciencia.
Nubia Siqueira