Con los índices de divorcio por las nubes, la visión individualista es cada vez mayor entre las personas. Si a eso se le suma la actitud de muchas parejas que optan por vivir juntos sin oficializar la unión, casarse se ha convertido en algo intimidante para muchos. Durante 2013, por ejemplo, aumentó el número de uniones consensuales, como los certificados de convivencia y las uniones civiles, y disminuyó el matrimonio tradicional.
Casarse incluye, muchas veces, renunciar a los propios intereses para que puedan realizarse los intereses del otro. Esta renuncia pude ser uno de los motivos por los que muchos eligen no casarse. Otro motivo es el miedo a repetir un fracaso propio o familiar. Crecer en un hogar en el que hubo un divorcio genera una visión negativa del casamiento, porque la persona piensa que puede cometer los mismos errores que sus padres y terminar siendo infeliz.
Tanto hombres como mujeres que pasaron por situaciones traumáticas en el amor empiezan a ser cada vez más exigentes a la hora de buscar pareja, lo que las convierte en personas infelices y solitarias, no hay candidato/a que les venga bien.
La solución está dentro de uno mismo. Es necesario amarse y conocerse para luego poder encontrar alguien a quien amar. Renato y Cristiane Cardoso, autores de Matrimonio Blindado, cuentan: “El matrimonio proporciona cosas con las que un soltero jamás soñó. Además, de a dos, las conquistas son mejores. El matrimonio no es un obstáculo para los objetivos personales, siempre que uno se case con alguien que desee hacerle feliz. Es un equipo, usted tiene un compañero a su lado, no está solo en sus objetivos”, afirman.
Evalúe sus pensamientos sobre el matrimonio y tenga presente que “quien alimenta el miedo a casarse puede no sentir la falta de alguien hoy, pero tarde o temprano la sentirá y se arrepentirá. El tiempo puede ser un enemigo de quien piensa que no vale la pena casarse”, concluye Renato.
Las malas experiencias no impidieron que se casaran
Mabel desde joven intentaba ser feliz en el amor, pretendía iniciar una relación con miras a casarse, pero todo se cortaba. “No sabía cuál era el motivo, pero siempre era abandonada”. José, por su parte, se separó tras dieciocho años de matrimonio. “Estuve doce años sin encontrar lo que quería, algo estable”, dice él.
Ambos se conocieron en la Universal después de hacer un propósito con Dios. “Le había dicho a Dios que me mostrara a la mujer que Él había elegido para mí porque ya me había cansado de sufrir y no quería hacer sufrir a nadie. Un día vi a esta hermosa mujer y me gustó”, agrega él.
“Nos conocimos, empezamos a salir y todo salió bien así que nos casamos. Los primeros años fueron difíciles, costó adaptarse. Yo le decía que a veces era aburrido, que nunca me hacía regalos”, explica ella. “Era muy duro, machista, teníamos diferentes experiencias y creía que yo tenía razón, pero la diferencia está cuando uno se calma y empieza a hablar”, destaca él.
Ellos llevan ocho años casados, vencieron esas situaciones y están continuamente aprendiendo a amar. No dejaron que el miedo les impida ser felices en el amor.
Todos los jueves a las 16 y 20 h te esperamos en la Terapia del amor, Av. Corrientes 4070, Almagro.
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