Una profesión, una carrera, un trabajo en una excelente empresa y, de repente, un embarazo. Deseado o no, este es un momento muy especial para la vida de la mujer que, de ahora en adelante, tendrá toda su vida cambiada. Sin embargo, ¿cómo conciliar el lado profesional con la nueva tarea de ser madre?
Muchas mujeres, por tener el sueño de ser madre, dejan de lado su profesión y se concentran en estar con su hijo. Otras logran conciliar todo, sea trabajando en casa o haciéndolo medio tiempo, dejando al niño en la escuela o contando con los cuidados de una niñera o de una persona de la familia.
La consultora en gestión Caroline Passuello, es madre de dos gemelos Leonardo y Rafael, de un año y medio. Cuando ellos nacieron, estuvo con licencia por maternidad durante 6 meses, llegó a pensar en dejar de trabajar, pero luego cambió de idea: “Al principio, yo no sentía la necesidad de trabajar. Después, me fui dando cuenta de que ellos crecerían y pensé: ?¿voy a dejar algo que me gusta para qué?? No quería hacerlos responsables del cambio a los niños.”
Caroline contó con la opción de trabajar en su casa y con la flexibilidad de la empresa. “Ellos me dejaron libre para tener mi propio horario. Las personas son muy humanas y eso es fundamental. Yo siempre consideré que lo importante para la empresa es importante para mí, y ellos, en contrapartida, siempre le prestaron atención a lo que me es relevante”, afirma.
Más allá de este intercambio de consideraciones y respeto mutuo que existe en la empresa donde trabaja Caroline, también cuenta con la ayuda de su marido Rodrigo Lagreca, que trabaja en una consultora y maneja su propio horario. “Él hace todo, asume la responsabilidad junto conmigo. En casa no hay nada que sea mío o que sea de él, todas las cosas son nuestras, entonces, cuidarlos también nos toca a los dos”, explica, destacando la importancia del compañerismo que hay entre ellos.
Eso es lo que la psicóloga Dorli Kamkhagi, coordinadora de grupos de psiquiatría del Hospital de Clínicas, indica como lo ideal en esta etapa de cambios para ambos. “Para el hombre, las cosas también cambian, aunque no pasó por el estrés de la transformación del cuerpo y, en ese momento, puede incluso ser más creativo que ella, encontrando soluciones al ayudar al bebé a dormir, dar un baño, una mamadera”, comenta.
Para la especialista, la mujer debe entender que hay un momento para todo, incluso para ser madre. “Principalmente en los primeros meses de vida del bebé, ella necesita vivir eso intensamente, pues es un momento en que su hijo necesita mucho a su madre, ya que ella va a presentarle el mundo a él. Es en ese momento también que la relación entre los dos se establece”, aclara.
Dorli resalta también que después de eso, ella regresa a hacer las cosas lentamente y comienza a encontrar su espacio emocional de mujer, de profesional. “Así, decide cuál será la mejor opción par ella, con calma y analizándose bien”.
Y para hacer la elección de regresar a trabajar, trabajar menos o quedarse en casa, dejar al hijo en la escuela, con la niñera o en la guardería, la psicóloga explica que, sea cual fuere la opción, siempre habrá un precio por eso: “Por lo tanto, es importante entender que, en ese momento, esa era la mejor elección por el bienestar de ella, del niño y de la familia. Pero también ella debe pensar en hacer elecciones por un período, ya que nada es para siempre, y todo cambia.”
La mujer posee otros papeles que deben ser ejercidos. Además de ser madre, ella tiene una vida profesional, de mujer, de amiga, necesita un tiempo para cuidarse y conversar con su esposo. “Después de establecer un vínculo de confianza con la persona que se quedará con su hijo, ella va armando su agenda y regresando a tener sus cosas. La madre necesita tener placer en otras cosas y no solamente en ser madre”, dice.
Caroline, aún administrando su tiempo para estar con sus hijos, comenta que conciliar el “ser madre” con el “ser profesional” es un factor particular para cada mujer. “Hoy tengo muchos papeles. La maternidad es el más importante, pero hay otras cosas que también lo son. Sin embargo, esta es un cuestión individual. Cada mujer tiene sus valores, sus creencias. Lo que es bueno para mí, puede no ser para otra”, finaliza la consultora.