Vivir exige resistencia. Los problemas requieren coraje. Las dudas, decisión. Pero, ¿cómo encontrar la fuerza adecuada para enfrentar las adversidades, alcanzar la cima de la felicidad, del éxito y de la paz interior? Muchos se comportan con cierta resistencia ante los desafíos. Otros prefieren actuar con fuerza y sabiduría. ¿Cuál de esas posturas lo caracteriza?
Para la psiquiatra Célia Mendez, existe una gran diferencia entre ser resistente y ser racionalmente firme. “La persona fuerte puede ser sinónimo de resiliente, es decir, tiene la capacidad de superar obstáculos o resistir la presión de las situaciones adversas. Las personas duras o con personalidad rígida no logran adaptarse a los cambios y tienen más dificultad de enfrentar situaciones difíciles”, explica.
Es como el hombre que aparenta seguridad en su postura y firmeza en sus palabras, pero basta conocerlo un poco más para ver que todo no es más que apariencia. Ante la dificultad, él se desestabiliza y reacciona emocionalmente. Ese ejemplo de hombre carga en sí mismo, marcas que lo hicieron así. “La historia de vida dice mucho sobre cómo una persona enfrenta el día a día. Entonces, muchas personas optan por utilizar una máscara para demostrar que son fuertes y seguras. La verdad es que cualquier problema más grave puede volverse imposible de superar”, destaca Célia. Ella cuenta que la persona que es dura es como un árbol de un tronco rígido, que se puede quebrar al medio por cualquier vendaval. La fuerte, a su vez, es como un tallo flexible, que hasta se dobla por un ventarrón, pero no se rompe.
Fuerza interior
Regina Aparecida de África, de 48 años, (foto al lado) técnica en seguridad y salud laboral, era una mujer que aparentaba ser fuerte, pero, su interior, estaba lleno de sufrimiento y soledad.
Ella comenzó a trabajar a los 11 años de edad, y la vida le exigió fuerza desde temprano. “Quería aparentar ser una persona dura, fui criada por mis abuelos. Mi abuela era una mujer muy enferma y yo me mantenía firme”, recuerda.
A los 17 años, Regina quedó embarazada y, mientras su panza iba creciendo, ella se mostraba llena de confianza y segura hacia su familia, pero, esa no era la realidad. “Cuando me iba a dormir, lloraba mucho, trataba de encontrar una salida, tenía muchas dudas. En ese momento, fui obligada a casarme debido a mi embarazo”, cuenta.
El día de mi casamiento me marcó. “Estaba embarazada de cuatro meses y mi abuela estaba internada, entonces, la abracé y tuve que contener las lágrimas, fingir que todo estaba yendo bien. Recuerdo que sonreía todo el tiempo en la fiesta para parecer fuerte sin su presencia.”
Ella recuerda que siguió con esa firmeza hasta descubrir una traición de parte de su compañero, cuando tenía 38 años. “Después de la traición, me fui y me encontré desamparada. Traté de parecer fuerte, pero no soporté por mucho tiempo. Tenía depresión. En medio a tanto sufrimiento, reconocí mi debilidad y busqué ayuda.”
Regina era una lectora del periódico de la Universal, pero no conocía a la Universal personalmente. Decidió dar el primer paso y participó de una de las reuniones. Para alcanzar el cambio interior, contó que tuvo que curarse de traumas del pasado, perdonar, reconocer los miedos y enfrentarlos. “Fue a través de la fe que logré esto. Entendí que la emoción no tiene nada que ver con la fuerza. Aprendí a resolver situaciones por medio de la fe y de la razón.”
Hoy, ella se considera fuerte, pero no por ser dura, sino por estar segura. “Aprendí a utilizar mi inteligencia. Antes, hasta levantaba la voz para parecer fuerte. Hoy, transmito seguridad al hablar, incluso cuando hablo de una manera suave. Con mi familia soy más tranquila, no necesito hablar en voz alta o intimidar a mis hijos. Siento paz, incluso en medio de los problemas”, concluye.
La inteligencia es nuestra mejor cualidad
El miedo hace que las personas usen la máscara de la rigidez. Pero, cuando ese disfraz es quitado, las inseguridades y los miedos salen a la luz.
Por eso, el conferencista y escritor Renato Cardoso explica que las personas que hacen las cosas con miedo, no son fuertes. “El líder que impone el régimen del miedo es esclavo del propio miedo de perder su posición. Es inseguro de sí mismo. El amor sin fuerza se termina. El amor con debilidad genera actitudes y sentimientos autodestructivos. El verdadero amor es fuerte”, ejemplifica.
Él destaca la importancia de la cura interior para conquistar un exterior fuerte. “Mejor que la cultura del miedo es la cultura de la fe. La fe en sí misma, la fe en los méritos de una misión u objetivo, la fe en el lado bueno de las personas, la fe de que Dios recompensa a quien Le es fiel. Intente cambiar de cultura. Por supuesto que la cultura de la fe es solo para los fuertes”, dice.
Reflexione sobre cuáles son las situaciones de su vida cotidiana que lo sacan de quicio. ¿Cómo enfrenta los éxitos y fracasos? ¿Logra preservar su bienestar en momentos de presión? La respuesta le dirá si usted ha sido una persona fuerte o solo rígida. Decida utilizar la razón a su favor y valore la mayor fuerza que existe en usted: su inteligencia.
8 actitudes que definen a las personas que se destacan:
– Seguridad: Quien tiene confianza y es seguro no necesita ser el centro de atención.
– Control de los sentimientos: La capacidad de no actuar impulsivamente refleja la fuerza interior.
– Optimismo: La persona tiene la firme convicción de que las adversidades serán superadas, siempre con la certeza de un futuro mejor.
– Humildad: Al contrario de lo que muchos piensan, reconocer los errores o necesitar ayuda es una señal de fuerza y coraje.
– Saber decir “no”: La persona sigue valores y principios, y no tiene miedo de la opinión de otras personas.
– Equilibrio: Utiliza la razón y elimina de su vida todo lo que le hace mal, en la búsqueda de la felicidad en todas las áreas.
– Pro actividad: Tiene metas. Definir prioridades es esencial, y se destaca en alcanzarlas.
– Fe: No tiene vergüenza de asumir la fe que la ayuda a vencer los obstáculos, a llenar el vacío y a conquistar la verdadera seguridad.
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