A lo largo de la vida, muchas oportunidades golpearán su puerta. No todas vendrán con la “cara” de la seguridad o del éxito y, por eso, usted dejará a la gran mayoría pasar. Las ocasiones favorables están en todas partes. Una invitación para una cena puede ser la oportunidad de construir una nueva amistad. Un trabajo realizado de forma distinguida puede ser la oportunidad para un nuevo empleo. Un cuidado especial puede ser el ingrediente necesario para el surgimiento de la relación tan esperada.
Hay un dicho popular que cuenta que existen tres cosas en la vida que nunca vuelven atrás: la flecha lanzada, la palabra pronunciada y la oportunidad perdida. Pero, para que usted perciba las oportunidades que surgen en su camino, es necesario estar atento. De lo contrario, otra persona menos distraída las aprovechará en su lugar.
Vamos a hablar de una manera más clara. ¿Cuántas veces usted creyó que alguien conquistó algo por puro golpe de suerte? Esa tal suerte no es destino, tampoco casualidad. Ella es, en verdad, un conjunto de factores que contribuyen al éxito. Seguramente, el suertudo o la suertuda vio una oportunidad – que otros no lograron ver – y supo identificar todo el potencial que ella ofrecería.
A veces, las oportunidades que usted tanto espera, no caerán en sus manos de un momento a otro, pues está en su frente. Lo que falta es que usted la note.
¿Cuántas veces dejamos a personas, situaciones o buenas oportunidades seguir adelante? Pensamos demasiado, actuamos menos. Algunas veces, estamos inseguros y con miedo de arriesgar o de tomar una nueva decisión. En otras no logramos ver el lado bueno que algo o alguien puede tener.
Dejamos atrás un empleo satisfactorio, pues él no responde a nuestros anhelos. Nos alejamos de una compañía, pues ella no es perfecta a nuestros ojos. O sea, vivimos en búsqueda de una perfección y olvidamos que ella ni siquiera existe. Desistimos de lo imperfecto, pues no logramos lidiar con los desafíos, con nuestros límites y con los problemas que pueden seguir en nuestra trayectoria.
Cuando nos damos cuenta, puede ser demasiado tarde. Fue lo que sucedió con Roberta Farías, de 34 años*. Ella estuvo casada durante seis años y, en este tiempo, no percibió que tenía al lado un compañero para toda la vida. “Era un marido maravilloso, un excelente padre, pero yo no aceptaba a su hijo.”
Roberta recuerda que peleaba mucho a causa del hijastro, contestaba y no se preocupaba en agradar al marido o cultivar con relación. “Un día él se cansó, se fue de la casa y hoy está con otra mujer. Yo sufro demasiado, pues ahora veo todos mis errores”, se lamenta.
Arrepentida, Roberta pasó a ver las fallas y reconoció la oportunidad perdida. Ella cree que compartir su experiencia es importante para que otras personas no comentan el mismo error que ella: “de no ver las maravillas que Dios da y que terminamos perdiendo, por puro egoísmo”, completa. (*El nombre de ella y la edad fueron alteradas para preservar la identidad de la entrevistada.)
Virtud
Algunas oportunidades son fáciles de tomar. Otras son más difíciles y, por eso, exigen mayor empeño. ¿Cuántas veces usted dejó algo atrás por creer que el esfuerzo no valía la pena? ¿O por la expectativa de algo mejor? Es importante tener flexibilidad y saber adaptarse a las situaciones diversas, pues la oportunidad que tanto espera puede surgir de una forma diferente de la que usted planeó o idealizó.
Imagínese a alguien que siempre quiso estudiar idiomas y que admira la lengua francesa. Esa persona recibe una beca de estudio para aprender italiano. ¿Ella rechazará la oferta porque prefiere francés al italiano? ¿Quién sabe quizás el dominio de la lengua italiana sea una puerta de acceso para una vacante de empleo? Es importante también pensar a largo plazo. Más que eso: es indispensable atravesar sus propios caminos.
Muchas veces, la vida nos toma de sorpresa. El ejecutivo Lee Anthony Iacocca, conocido por lanzar el Mustang, famoso vehículo en la década de 1960, enfrentó desafíos para conquistar prestigio en la carrera. Él ingresó en la empresa Ford aún como practicante y, de a poco, fue ganado espacio. Se convirtió en el presidente y fue despedido de forma injusta, por no agradar al poderoso Henry Ford II, después de 32 años de servicios prestados.
Con el despido, Lee encontró una oportunidad para continuar trabajando. Sin desanimarse, él aceptó el empleo para ingresar a una compañía que estaba en pésimas condiciones financieras: la Chrysler. Él logró levantar la marca y fue reconocido por sus esfuerzos. En el año 1981, ganó el premio al Auto del Año. Lee se volvió un escritor exitoso y es ejemplo de quien supo aprovechar una nueva oportunidad, aún cuando ella no parecía la mejor posible.
Consejos correctos
Para el conferencista motivacional J. Edington, esperar por la ocasión es la peor cosa que una persona puede hacer. “Quién quiere una oportunidad para el éxito debe crearla. A veces, nos quedamos esperando que algo pase, cuando nosotros podemos crear las oportunidades. Hay actitudes que debemos tomar. Para alcanzar el éxito, yo oriento a las personas a seguir los consejos de Dios”, dice.
En su libro 50 Tonos para el Éxito, lanzado por la editora Unipro, Edington presenta la dirección necesaria para quien quiera ser exitoso. Entre los consejos, él habla sobre lo que es necesario hacer para no desperdiciar las posibilidades.”Nuestra sociedad coloca en la cabeza de las personas que la oportunidad es algo que sucede una vez en la vida y depende de suerte, de la casualidad. Eso es una mentira.”
Las oportunidades no son resultados de la suerte, sino del trabajo y visión. Quien no tiene visión puede no identificar una oportunidad cuando pasa por ella y – peor- incluso puede reclamar por la situación”, dice un trecho de la obra. (Vea el lanzamiento en la página B4).
Edington afirma que la palabra de Dios es el mejor “GPS” que una persona pueda tener. “Para quien quiere tener una vida próspera, no basta solamente tener dinero, sino tener calidad en todo, sus consejos son los mejores para llegar donde se desea.”
Corra riesgos
A pesar de que no es posible definir lo que diferencia el vencedor del perdedor, puede afirmarse que el vencedor es aquel que tiene la capacidad de aprovechar las oportunidades. Él no tiene miedo de arriesgarse, cuando es necesario dar un paso al frente.
El tamaño de las conquistas es proporcional a los esfuerzos emprendidos para conquistarlas. Su éxito depende primero de usted. Muchas veces, es necesario lanzarse en una nueva obra, para crear caminos diferentes. Lo nuevos genera inseguridad, miedo e incluso ansiedad. No permita que eso lo domine o paralice.
Tomar decisiones significa asumir riesgos y las consecuencias que ellas traerán. Si sus elecciones no lo condujeron al camino deseado, no desista. Permanezca atento a las nuevas oportunidades y continúe intentando. Recuerde: para los pesimistas, la crisis es sinónimo de pérdidas. Para los optimistas, significa recomenzar.
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