La Salvación no es fácil de lograr. Cuando el Señor Jesús habla de la puerta estrecha y del camino angosto, no tenemos una idea real de cuán difícil es lograr la Salvación, (Mateo 7:14).
Solamente delante de las tentaciones, desiertos y desafíos podemos entender el peso de Sus palabras.
“… pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.”, (1º Corintios 10:13).
Uno de los secretos para mantener la Salvación es la oración en espíritu. Eso debe hacerse inmediatamente después de que surgen los malos pensamientos, ya que son inevitables.
Los buenos pensamientos (de acuerdo con la Palabra de Dios) deben ser aprovechados. Los malos, deben ser desterrados. Si estos vienen y no los resistimos de inmediato, pueden causar riesgos a la buena conciencia y, consecuentemente, a la Salvación.
Y cuanto más tiempo permanecen, más difícil es reprimirlos. Sume la oración diaria al comienzo y al final del día:
“… Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu reino. Hágase Tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque Tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”, (Mateo 6:9-13).