Todos llegan a la iglesia en búsqueda de milagros, respuestas y soluciones para sus problemas. No obstante, más que resolver esos problemas actuales, es necesario resolver una situación que perdurará durante la eternidad. El destino de su alma. Durante una reciente reunión en la Universal de Pompano Beach, Florida, Estados Unidos, el obispo Edir Macedo expuso el tema. A través del pasaje en el que Jesús habla acerca de la muerte del hombre rico y de Lázaro el mendigo (lea Lucas 16:19-31), explicó qué se necesita para heredar la vida eterna.
“Nadie se merece el cielo, pero cuando forjamos la fe en el Señor Jesús, Él nos vuelve justos, merecedores, delante del Dios Padre. No se trata de ser bueno, bondadoso, se trata de fe. Solamente quien cree en Él como Señor y Salvador conquista la Salvación”, afirmó el obispo.
¿En qué se apoya usted?
Este pasaje suele generar la incertidumbre sobre si los ricos pueden ser salvos. El obispo Macedo desmintió esta idea, al mencionar que el problema no está en tener muchas posesiones, sino en poner su confianza, su corazón, en estas.
“El rico se fue al infierno, no por ser rico, sino porque su vida estaba confiada en las riquezas, en las cosas de este mundo. Cualquier persona que vive en la dependencia de cosas y personas no es digna del Señor Jesús (lea Mateo 10:37)”, ensenó.
Además, aclaró que el rico puede ser comparado con la persona que confía no solo en su dinero, sino en su sabiduría, sus estudios, su fuerza, sus familiares, etc. Delante de la muerte, estas cosas no tienen ningún poder.
El Espíritu de Dios
Cuando la persona recibe el Espíritu Santo, no tiene el corazón en nada ni en nadie. A no ser en el Señor Jesús. Tiene el Espíritu de la dependencia de Dios para mantenerse viva en la fe.
“Quien Lo recibe es fuerte, resistente, vence todo el mal, el mundo, el infierno y a sí mismo. Él lo guiará por toda la eternidad”, concluyó.