El error de muchos cristianos es querer defenderse cuando son víctimas de chismeríos, mentiras y falsas acusaciones.
Observe lo que dijo el Señor Jesús:
“Bienaventurado los que padecen persecución por causa de la Justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados sois cuando por Mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los Cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.” Mateo 5:10-12.
Cuando el sentimiento que genera la injusticia se apodera de una persona, es normal que intente autodefenderse. Sin embargo, el verdadero cristiano debe tener la conciencia de que no resolverá nada si actúa movido por un impulso emocional. Por lo tanto, la mejor manera de actuar ante una persecución es confiar que el Espíritu Santo lo defenderá.
Si usted es acusado por algo que no hizo, ore por los que le están haciendo el mal y confíe en la Justicia de Dios. No deje que su corazón se ensucie con malicia o rencores.
Practique la compasión y el perdón, ¡porque su galardón en el Cielo será grande!