«… ella CON AMARGURA DE ALMA oró al Señor, y lloró abundantemente. E hizo voto, diciendo: Señor de los Ejércitos, si te dignares mirar a la aflicción de Tu sierva, y te acordares de mí, y no te olvidares de Tu sierva, sino que dieres a Tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré al Señor todos los días de su vida, y no pasará navaja sobre su cabeza. Mientras ella oraba largamente delante del Señor, Elí estaba observando la boca de ella. Pero ANA HABLABA EN SU CORAZÓN, y solamente se movían sus labios, y su voz no se oía…». 1 Samuel 1:10-13
En la oración sincera, el corazón es el que habla con Dios
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