La época en la que los hijos le temían a los padres y obedecían todas sus órdenes sin cuestionar, quedó en el pasado. Si antes, nuestros bisabuelos decidían, incluso, lo que los hijos iban a comer, hoy, algunos padres ni siquiera saben lo que los hijos hacen en internet. Así como las relaciones sociales y laborales se fueron modificando a lo largo de las décadas, la educación también conquistó nuevos desafíos.
Hoy, la tecnología, la interacción con otros niños, internet, la falta de tiempo y el mayor acceso a bienes de consumo, lleva a los padres a esforzarse cada vez más para encontrar el equilibrio entre los límites y la buena relación con los pequeños. Los niños se volvieron más cuestionadores y curiosos. Hay padres que hasta se sorprenden por las habilidades que tienen para manipular equipamientos eléctricos y electrónicos.
Además, a medida que los hijos crecen, los padres necesitan aprender a lidiar con hábitos muy diferentes: los adolescentes quieren ir a fiestas cada vez más temprano, y pasan madrugadas enteras en internet o con el celular, conectados a amigos de todas partes del mundo. Muchos otros se vuelven agresivos o no logran comunicar lo que sienten de verdad. Frente a todo eso, prohibir o adoptar comportamientos autoritarios no parece ser la mejor solución.
La palabra clave para la educación del siglo 21 es diálogo. Quien lo garantiza es la psicóloga y doctora en psicoanálisis, Priscila Gasparini Fernandes. “La cercanía entre padres e hijos, actualmente, es más natural, no hay necesidad de una educación rígida y castradora. Los padres pueden y deben ser amigos de sus hijos, pero es imprescindible que sepan poner límites para la orientación, la responsabilidad y el respeto”, dice.
Según la especialista, el diálogo ayuda a comprender mejor al hijo y además, abre un espacio para la enseñanza de valores. “Los hijos sienten que pueden confiar y expresarse verdaderamente, diciendo lo que piensan, sacándose dudas. Ellos se sienten amparados y protegidos, pues existe un proceso de identificación con estos padres”, afirma. Sin embargo, para que el diálogo funcione es fundamental tener paciencia y respeto.
De tal palo, tal astilla.
En las calles, en shoppings o incluso entre familiares, es común encontrar padres e hijos que no se entienden. Sin comprensión, muchas familias recurren a la discusión y vuelan gritos para todos lados. Es común ver que los padres exigen ciertos comportamientos de los hijos, pero hacen exactamente lo contrario de lo que predican.
Mientras piden que el niño deje de beber gaseosas, por ejemplo, muchos adultos compran litros de este producto para almacenar en la heladera. Otros exigen que los pequeños sean educados, pero insultan a los conductores de tránsito e infringen las reglas y normas. Algunos enseñan que la violencia no es la mejor solución, pero agreden y ofenden a un compañero frente a los niños. Existen también aquellos que condenan los chismeríos, pero se ocupan de esparcir calumnias sobre la vida de amigos y conocidos.
Priscila Gasparini Fernandes enfatiza que ser un buen ejemplo es más importante que repetir mil veces un discurso vacío y sin sentido. Vivir lo que se desea transmitir a la familia es un comportamiento que debe adoptarse desde los primeros meses de vida del hijo y extenderse a lo largo de toda la vida. “Es sumamente importante darle el ejemplo a los hijos, de dónde sacarán conceptos para la formación de personalidad y comportamiento. Los niños presentan comportamientos imitativos, o sea, copian comportamientos que identifican en sus padres, por eso la importancia de actuar adecuadamente”, concluyó. ¿Y usted? ¿Tiene dudas de cómo educar a sus hijos? Vea algunos consejos a continuación.
Una hija descubierta en un libro
Annelies Marie Frank fue una adolescente alemana de origen judío, víctima del Holocausto. Ella murió a los 15 años, en 1945, en un campo concentración y se hizo conocida en todo el mundo como Anne Frank, a través de la publicación póstuma de su diario. En los textos, Anne relataba las experiencias del período en el que su familia se escondió de la persecución a los judíos en Amsterdam, en compartimentos secretos de un edificio comercial.
Además de revelarle al mundo los horrores del nazismo, el diario sorprendió incluso al padre de la niña, Otto Frank, único sobreviviente de la familia. La revelación la hizo el propio Otto, en una entrevista para el documental “Otto Frank, Father of Anne, 2010”. Él afirmó en el film que solo descubrió lo que la hija pensaba de verdad, al leer su diario.
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